En Galicia se dan cita varios cientos de senderos que hacen las delicias del aficionado al trekking. La fama de ciertas rutas (O Camiño dos Faros, Camiño dos Encomendeiros, etc.) trasciende las fronteras de esta comunidad, que también ofrece destinos exóticos y poco transitados para este público. Quizá el mejor ejemplo sean las excursiones de senderismo en Ons, isla de la ría de Pontevedra a cinco millas náuticas de la costa.
¿Recorrer una isla desierta? Aunque la sensación de soledad es relativa en temporada alta, el archipiélago de Ons ofrece cuatro rutas (Sur, Norte, do Faro y do Castelo) que invita a explorar todos sus enclaves turísticos: Buraco do infierno, el mirador de Fedorentos, la playa de Melide, el faro de Ons, etcétera.
Otra parada obligada para los senderistas es O Invernadoiro, un parque natural de Orense que se enmarca entre sierras y macizos rocosos. Sus seis mil hectáreas son el hogar de especies como el jabalí, el lobo o el armiño, tan remotas son sus terrenos remotos. Sus rutas más populares son las de la Ortiga y la Aceveda.
En la Costa da Morte, la mayor parte de las rutas de trekking se concentran en su litoral, pasando por alto el ascenso a la cima del Monte Pindo. Esta cumbre de seiscientos metros de altitud, apodada «Olimpo Celta», está surcada por senderos que regalan un espectáculo visual a medida que se corona esta elevación del municipio de Carnota.
Cuando el viajero desea sumergirse en la espesura y recorrer entornos de intensa vegetación, las Fragas do Eume y el Cañón do Sil son recomendaciones habituales. En busca de algo diferente, cada vez más senderistas eligen las rutas de Lourizán, un jardín botánico entre Pontevedra y Marín que ofrece kilómetros y kilómetros de senderos rodeados de especies originarias de Taiwán, Australia o Nueva Zelanda.